El dinero representa al poder
absoluto. Hablar de dinero es tan difícil como hablar de la prohibición del
incesto.
Muchas películas tienen como resorte dramático
la lucha de un súper héroe contra la desquiciada locura de un ser muy poderoso
que intenta dominar el planeta (Madre Tierra).
La trama de cualquier obra de ficción es
atractiva cuando indirectamente teatraliza la conflictiva de los espectadores.
En los hechos, las buenas obras son exitosas porque representan metafóricamente
al lector.
La prohibición del incesto tiene como
interesante particularidad que no despierta comentarios, nadie habla de ella,
las nuevas generaciones se estrellan contra un silencio que los llena de dudas,
incertidumbre y angustia.
Este es el origen de uno de los problemas más
preocupantes, porque la falta de información sobre el tema generalmente termina
en que los niños y los jóvenes se creen anormales, degenerados, monstruosos,
pues suponen que sus deseos incestuosos son exclusivos, que nadie más los tiene
(¿padece?).
A partir de esta sensación, y dado que nuestro
cerebro tiende a generalizar en exceso (metonimia), es muy probable que el niño
y la niña terminen suponiendo que son completamente (100%) anormales,
degenerados y monstruosos.
La extraña sensación...que todos tenemos pero
sin saber que es universal, podría expresarse en una suerte de envidia de quien
tiene autorización (generalmente el padre de los niños) para disfrutar
eróticamente de la «dueña
de casa-Madre Tierra» como si fuera su propietario.
Si bien en psicoanálisis le llamamos «conflictiva edípica», diré ahora
que esta envidia erótica (derecho a tener relaciones íntimas con la dueña de
casa) es en realidad un deseo de poder absoluto, máximo, extremo.
Hipótesis: El dinero es perturbador porque representa
este poder absoluto de quien posee a la «dueña de casa-Madre Tierra». Hablar de
dinero es tan difícil como hablar de la prohibición del incesto.
(Este es el
Artículo Nº 1.704)
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