martes, 31 de agosto de 2010

Los muertos son envidiosos y vengativos

La mayoría de nosotros cree en lo que llamamos dualismo cartesiano, esto es, que los seres humanos estamos conformados por una parte física y tangible (el cuerpo) y otra inmaterial e intangible (el espíritu).

Esta idea está en franco declive ante otra visión según la cual, somos sólo materia aunque nuestros cinco sentidos no han podido encontrar el soporte anatómico de la creatividad, las ideas religiosas, el sentido del humor y otras características de nuestra especie.

Suponemos que esas funciones se generan en el cerebro, por la acción de neuronas, hormonas, neurotrasmisores, pero no se descarta que se originen en otros órganos como podrían ser el hígado, en algún ganglio linfático o el sistema óseo.

La envidia y la sed de venganza, son reacciones afectivas propias de nuestra especie.

Suponemos además (con gran convicción), que los demás piensan, sienten y reaccionan igual que nosotros.

O sea, lo que creemos que somos, es una referencia privilegiada para evaluar, comprender y juzgar a los demás.

¿Cuántos de nosotros nos animaríamos a pasear por un cementerio en la oscuridad de la noche?

¡Conmigo no cuenten! Aún siento escalofríos cuando miro el excelente video-clip de Michael Jackson, titulado Thriller (imagen),

El miedo (horror) a los muertos, tiene su origen en nuestra envidia y deseos de venganza.

Los muertos son una verdadera amenaza para los que seguimos vivos porque ellos —seguramente—, están furiosos porque perdieron la vida que nosotros conservamos.

Nos ponemos en su lugar y sabemos que atacaríamos a cualquiera que poseyera lo que ellos han perdido.

El miedo a los muertos, no es otra cosa que nuestra propia envidia e intención vengativa, que sentimos cuando otros disfrutan de algo que necesitamos, deseamos y no poseemos.

¡Qué tontos son quienes se hacen los inteligentes diciendo que «el cementerio es el lugar más seguro»!

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«Eres mía, aunque aún no me conoces»

En otro artículo (1) les decía que si ponemos un trozo de carne de vaca debajo de nuestra piel, seguramente nuestro sistema inmunógeno rechazará esas moléculas extrañas, de un tejido diferente al propio. Pero si esa carne la comemos y digerimos, entonces las moléculas que antes eran de vaca, se convertirán en moléculas humanas sin que nuestro cuerpo las rechace como al injerto.

Conocer, es un fenómeno muy parecido a comer. Comprender es algo muy parecido a digerir (2).

Lo que no entendemos, lo olvidamos y no se incorpora a nuestros conocimientos. Para poder entender, tiene que haber un proceso de transformación, de nuestra mente y del concepto que queremos agregar a lo que ya sabemos.

Las técnicas pedagógicas, facilitan la digestión de los nuevos conocimientos, para que estos puedan incorporarse al saber del alumno.

Por lo tanto, cuando algo que vemos u oímos nos resulta familiar, lo percibimos como agradable y por lo tanto, como si nos perteneciera.

Dicho de otra forma:

1) El narcisismo, es el sentimiento por el que cada uno se ama a sí mismo más que ninguna otra persona o cosa (todos tenemos narcisismo porque de lo contrario, pereceríamos).

2) Amamos (narcisísticamente) todo lo que creemos que es nuestro.

3) «Creemos» significa que tanto considero que es mío esta mano que escribe, como mi hermano más querido, como la Harley Davidson que está en el garaje, como la vecina que, al mirarla y admirarla, «creo» que me pertenece porque está en mi mente, dentro mío, junto a otras personas y objetos que también considero propios.

¿Qué es envidiar bajo este punto de vista?

Envidiar es el sentimiento justiciero, reivindicativo, exigente, por el cual algo o alguien que yo creo que me pertenecen, está en poder de otra persona y no en el mío como creo que corresponde.

(1) Sale con fritas
¿Le parezco sabroso?

(2) Anorexia educativa
Dentadura guardaespalda

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lunes, 9 de agosto de 2010

La eterna historia

La plutofobia es el miedo a la riqueza y la plutofilia, es el amor a la riqueza.

Esto es así porque Pluto era el dios de la agricultura y la riqueza en la mitología griega.

Cuenta esa leyenda que el jefe de los dioses del Olimpo (Zeus), le quitó la vista para que no pudiera elegir a quien beneficiar.

Quitarle la vista al pobre dios de la riqueza, fue la mejor idea que se le ocurrió a Zeus para propiciar lo que aún hoy, no hemos logrado: la distribución equitativa de los bienes del planeta.

Sin embargo, otra versión dice que Zeus, tan envidioso y celoso como si fuera un ser humano, cegó a Pluto porque este tenía más devotos que él.

En la versión del comediante Aristófanes (Pluto, 388 a.C.), se agrega un giro dramático en la historia.

Un piadoso agricultor (Crémilo), condolido por la carencia de Pluto, trató de que este recuperara la vista con un sanador de su confianza.

Cuando Penia (la diosa de la pobreza), se enteró de esto, trató de disuadir al agricultor.

Ella, preocupada porque si todos enriquecían, sería expulsada de la ciudad (Atenas), argumentó que:

— la pobreza, es vivir con lo justo mientras que la miseria es vivir sin nada;
— los hombres se crían mejor en la austeridad que en la abundancia;
— los políticos pobres son honestos y los ricos corruptos.

Finalmente Crémilo logra que Pluto recupere la vista y se quede a vivir en su casa.

Impulsado por el afán de prosperidad, Zeus bajó del Olimpo y también se alojó con el piadoso y enriquecido agricultor.

La comedia termina con todo el pueblo saliendo en procesión, cantando y bailando alegremente.

A pesar de los 25 siglos transcurridos, la obra exhibe situaciones que continúan vigentes … y Penia logró quedarse.

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