sábado, 17 de julio de 2010

Denunciar al corrupto es ético y calmante

Tengo que comentarle un asunto que «huele mal».

Todos estamos más o menos en contra de la corrupción.

El tema está en las noticias cuando un funcionario del gobierno comete algún acto de infidelidad hacia las responsabilidades que le fueron encomendadas, generalmente con afán de lucro.

Para definir esta inconducta (delito, infracción, fechoría), hablamos de «coima», «soborno», «cohecho».

Los funcionarios inmorales le hacen daño a la administración pública para la cual trabajan, desprestigiándola ante la ciudadanía y muchas veces interceptando (apropiándose) la recaudación que le corresponde al Estado.

También generan ventajas y desventajas ilegales entre los ciudadanos que cumplen con las normas y los que pueden evitarlas pagando un soborno. En otras palabras, su desempeño provoca injusticias entre ciudadanos que deberían contar con las mismas condiciones.

Sin embargo, quienes confunden «Estado» (conjunto de instituciones permanentes que administran un país) y «Gobierno» (conjunto de personas encargadas de conducir esas instituciones administradoras, durante un cierto período), es probable que estimulen la corrupción de los funcionarios mientras no gobiernen sus candidatos preferidos.

Los opositores al gobierno de turno, apoyan a los funcionarios infieles que dificultan la gestión y deterioran el prestigio.

Sin embargo, la causa de nuestro repudio a estos personajes, es la envidia.

Efectivamente, el funcionario, gobernante, juez, inspector o quien sea que tenga poder vendible, es envidiable.

Cuando el poder es usado en beneficio propio, entonces este personaje se convierte en «corrupto, sobornable y envidiable».

Nuestra fantasía no se anda con chiquitas. Si alguien nos molesta (por ejemplo, provocándonos la dolorosa envidia), lo imaginamos muerto y por lo tanto, pudriéndose, es decir «corrupto».

En suma: cuando decimos que alguien «es corrupto», estamos conjugando en tiempo presente que está muerto, que su cuerpo se degrada, se descompone, se rompe, se corrompe.

Denunciar a un corrupto es ético y calmante.

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