Si pudiéramos observarnos desde afuera como lo haría un ser de otro planeta, quizá podríamos pensar de nosotros dos cosas:
1) El sistema judicial no es otra cosa que una forma de institucionalizar la venganza.
Los códigos penales detallan minuciosamente todo lo que no debemos hacer y simultáneamente qué penas recibiríamos en caso de transgredir (cometer un delito).
Tenemos bien organizada la venganza para que ésta no quede librada al criterio, pasión y poder de quienes se sientan afectados por un semejante.
Más aún, a veces encarcelamos preventivamente a un sospechoso, no para castigarlo sino para protegerlo de quienes desearían acelerar el trámite para ajusticiarlo por mano propia.
2) Ciertos frenos legales a las ganancias no es otra cosa que una forma de institucionalizar la envidia.
En la economía más liberal del mundo (Estados Unidos), se sancionaron leyes para prohibir que se paguen cifras demasiado elevadas por la compra (fichaje) de los jugadores de la NBA (basquetbol).
Este año, el Club Real de Madrid desembolsó 165 millones de euros por el fichaje de dos jugadores (Cristiano Ronaldo y Kaká).
El clamor popular no se hizo esperar y los gobernantes de toda Europa procuran evitar que algunos ganen sumas de dinero que excite la envidia de muchas personas.
En suma: la venganza y la envidia son sentimientos de nuestra especie, que no están ni bien ni mal, pero que tratamos de ocultarlos.
Nota: desde otro punto de vista, este tema fue tratado en La trata de blancos.
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