viernes, 1 de octubre de 2010

Ellas consiguen tener un pene

Nadie sabe exactamente qué desea. Sólo sentimos atracciones y rechazos inespecíficos.

Cuando oigo el discurso de mis colegas, siento que nuestra actitud es casi religiosa respecto a nuestra teoría.

Me preocupa mucho observar cuánta energía le asignamos a descubrir qué pensaron Freud, Lacan, Melanie Klein, o quien se haya convertido en referente.

Claro que lo único importante son los resultados.

Si nuestros pacientes se benefician con nuestras ideas, opiniones e interpretaciones, entonces la teoría (dogma, doctrina, credo), queda justificada.

En nuestra cultura (y quizá en nuestra especie), el pene tiene una importancia particular.

Aunque a mí me conviene, reconozco que está sobre-valuado.

Más aún, si el pene es tan valioso es porque, además de demandarlo las mujeres (como parece lógico por razones de complementariedad genital), también lo demandamos los varones.

A su vez, si la vagina y los senos no son tan valorados como el pene, es porque

— ellas no se postulan como demandantes (lo cual es lógico porque la mayoría no son lesbianas); pero además

— ellos tampoco son fuertes demandantes.

Todo esto me lleva a la (para mí) triste conclusión, según la cual una mayoría de varones prefiere (desea, demanda, busca) más un pene que una vagina.

Pero esta no fue más que una digresión.

Lo que quería comentar con ustedes es que la mayoría de las mujeres gustarían tener un pene.

Por eso las excita sexualmente provocar en un varón el deseo de penetrarlas, para gozar teniendo un pene en el cuerpo.

El acto sexual es para ellas una escena en la que un varón les deja dentro del cuerpo el pene que deseaban tener. La pérdida de tamaño posterior a la eyaculación, corrobora esta fantasía.

Luego, agradecidas, desean mimar al donante y ofrecerle algo de comer (algunas veces [y cada vez menos], hecho por ellas).

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