viernes, 25 de febrero de 2011

La malicia es la sal de la vida

El humor nos permite disfrutar poniendo en juego nuestra envidia, malicia y/o soberbia.

Retomo un chiste que les informara en otro artículo (1).

«El humorista uruguayo Juan Verdaguer (1915 - 2001), era apreciado por su estilo indirecto, eludiendo el chiste que incluyera vocabulario incorrecto.

Decía por ejemplo: «A mi mujer nunca le dije que era una tonta (silencio teatral) ... no me habría comprendido».»

El primer libro de Freud que leí, lo leí por error.

Tenía doce años y en la búsqueda de algo que me quitara el aburrimiento, tomé prestado de una biblioteca el libro titulado El chiste y su relación con lo inconsciente.

Entonces me enteré que Freud no me hace gracia pero que, al darme algunas explicaciones aceptables sobre cómo funciona nuestro pensamiento, podría ser aún más efectivo dándome ideas para no aburrirme, cosa que finalmente ocurrió.

El chiste de Juan Verdaguer es gracioso porque pone a trabajar nuestra mente de una cierta manera:

1º) Cuando oímos que él nunca trató de tonta a su esposa, inevitablemente pensamos que está dando un ejemplo del respeto y consideración que tiene hacia ella.

2º) El silencio teatral, es utilizado para que nuestro cerebro termine de instalar la idea anterior (respeto, consideración);

3º) El final nos sorprende: La esposa no merece el respeto que imaginamos sino que efectivamente es tonta ... más tonta que yo mismo!!

La diversión del chiste surge porque deseamos gozar y con esta mini-historia disfrutamos sintiéndonos más inteligentes que la criticada esposa del humorista.

El fenómeno humorístico tuvo dos etapas:

— primero sentimos un poquito de envidia de alguien que merece tanto respeto y consideración,

— pero luego nos alegra (risa) descubrir —gracias a nuestra rapidez mental—, que no hay motivo para envidiar sino que el humorista nos permite saber que somos más inteligentes que su esposa.

(1) La mayoría bipolar

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