Pedro es habilidoso con las manos pero más habilidoso vendiendo. Cuando se enamoró de María, hicieron planes para vivir juntos. Entusiasmado, se puso a pensar cómo ganar dinero para concretar ese proyecto.
Conoció a Luis que se dedicaba a la fabricación manual de esponjas de alambre y se ofreció para venderlas.
En poco tiempo Luis no pudo fabricar todas las esponjas que Pedro vendía y éste recurrió a otro fabricante. Las cosas anduvieron tan bien que tuvo que seguir incorporando más fabricantes de esponjas.
Pedro y María se casaron, la fiesta fue muy sencilla, la luna de miel sólo duró un par de días porque él estaba muy interesado en volver al trabajo.
Nadie sabía que lo que Pedro compraba a $ 1.- lo vendía en $ 4.- Esta enorme diferencia le permitió comprar máquinas para que sus proveedores pudieran entregarle más esponjas por el mismo precio.
Desde que incorporó las máquinas, cada esponja pasó a costarle la mitad pero las seguía vendiendo a $ 4.- Las ganancias de Pedro crecían y crecían, mientras que los fabricantes seguían conformes ganando lo mismo.
Si alguien hubiera enterado a los fabricantes de cuán grandes eran las ganancias de Pedro, aquel estado de conformidad se habría transformado rápidamente en furia. Quizá esa furia los hubiera llevado a no venderle más esponjas a Pedro, aunque esto les significara quedarse sin ingresos.
El cerebro humano es tan deficiente que no es capaz de entenderse a sí mismo.
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