martes, 7 de junio de 2011

Venderse sin ser comprado

Todos tenemos características (talento, habilidad, destreza, belleza, arte) que otros pueden apreciar y desear tanto como para comprarlos en una negociación digna.

«La suerte de la fea la bonita la desea» dice un refrán muy conocido entre los hispanos.

De hecho se está afirmando que la fealdad es una cualidad envidiable.

La existencia del proverbio está justificada porque afirma un hecho paradojal, al que no se accede por la vía del sentido común.

Poseer las características estéticas que están a la moda, puede convertir la existencia en un infierno porque el asedio de muchas personas con diferentes criterios culturales de lo que es discreción, convierte a la «hermosa y agraciada» en una verdadera desgraciada, porque la mujer que no posee la belleza que está de moda, seguramente tiene una vida más tranquila, con menos conflictos, se siente más respetada por todos.

Cuando un prejuicio funciona como verdad ocurren este tipo de cosas.

En este caso, el prejuicio es que ser bello es mejor que ser poco atractivo. El prejuicio es también que en términos de consideración y popularidad, es mejor que nos sobren admiradores a que nos falten. Otro prejuicio ascendió al grado de refrán y se formula de varias maneras: «lo que abunda, no daña», «más vale que sobre y no que falte», «no por mucho pan es mal año.»

¿Cómo elegir la forma de ganarnos la vida?

— Describir con paciencia, profundidad, extensión, cuáles son nuestros talentos más apreciados por quienes nos conocen (familiares, maestros, amigos);

— Considerar esa lista de aptitudes, como nuestros recursos naturales comercializables;

— Finalmente, buscar con paciencia, profundidad y extensión, dónde compran mejor esas características que la naturaleza nos asignó.

En suma: Todos tenemos algo bello que otros valoran sin asediarnos, acosarnos, depredarnos, sino que pueden respetar, considerar y valorar tanto como para pagar por ello.

●●●

No hay comentarios: