sábado, 4 de mayo de 2013

Quienes predicen ejecutan lo pronosticado



 
Quien aconseja incluyendo terribles consecuencias para el caso de desobediencia a lo aconsejado, actuará para que sus predicciones se cumplan.

Tenemos múltiples debilidades. Una de ellas es la incertidumbre, la ansiedad que nos provoca el futuro desconocido.

No es que quiera hacer publicidad a favor de los demás animales pero ellos han logrado algo que para nosotros es fatal: no se preocupan por la muerte.

¡Son geniales y envidiables!

Los humanos no tenemos más remedio que engañarnos para poder convivir con la sensación de que somos la especie más imperfecta y vulnerable. Si esto mismo le pasara a los perros o a las iguanas, estoy seguro de que ellos se engañarían a sí mismos tanto como nosotros.

Es por todo esto que los humanos nos mentimos creyendo cosas insólitas. Por ejemplo, creemos que existen fórmulas infalibles para no padecer algunos problemas clásicos de nuestra biología.

Claro que, después de haber aceptado la credibilidad de esos procedimientos, quedamos pendientes de que no vayan a aparecer demasiadas excepciones que nos hagan dudar de su eficacia.

Por ejemplo, algunos dicen que hay que tomar dos litros de agua por día, sin importar la temperatura, ni la actividad física, ni el tipo de alimentos ingeridos, ni la humedad ambiente: hay que tomarse esos dos litros de agua sea como sea.

Una vez que esta «certeza» nos permite disminuir la mortificante incertidumbre, sobre si nos enfermaremos o no, respecto a si se nos arrugará la piel o no, de si estaremos felices o no,  solemos pasar a la Etapa II: recomendar la fórmula a otros, sin ahorrar ninguna de las trágicas consecuencias que provocaría la desobediencia.

Quienes escuchamos esa recomendación y sus amenazas solemos no darnos cuenta de que el profeta hará hasta lo imposible para que se nos cumplan sus horribles predicciones.

(Este es el Artículo Nº 1.845)

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