Casi todos los pueblos aplican políticas con las que se
protegen a los más débiles sin molestar demasiado a los más poderosos.
Creo pertenecer al grupo de los capitalistas y
consumistas moderados.
Me parece que el capitalismo es el mejor
sistema para organizar individuos profundamente egoístas, mentirosos e
idealistas, que se vuelven solidarios, un poco sinceros y algo pragmáticos solo
cuando los amenaza alguna expectativa de extinción de la especie, etnia o
colectivo.
Por el contrario, tengo la sensación de que el
otro sistema, el socialista, es favorable para que los egoístas, mentirosos e
idealistas se radicalicen en sus falsedades hasta que el dinero de los
capitalistas a quienes esquilman, se agote.
En definitiva, aunque cada vez que hablamos de
capitalismo y de su tradicional oponente el socialismo, pensamos en términos
económicos, en última instancia se trata de un tema de libertad.
Es posible pensar que en realidad no existen
pobres y ricos sino más bien esclavos y libres.
Efectivamente, en el capitalismo los pobres no
tienen libertad de elegir porque no pueden vivir como ricos dada su escasez de
recursos y no pueden pasar a ser indigentes porque esto implicaría dejar de
satisfacer las necesidades básicas (comer, por ejemplo).
En el capitalismo todos los que no son pobres
tienen libertad de elegir: pueden vivir en la abundancia o pueden vivir en la
austeridad, porque teniendo los recursos suficientes cada uno los administra
como mejor le convenga.
Por el contrario, en el socialismo estas
diferencias están resueltas de la peor manera: que nadie tenga libertad de
elegir y así no habrá envidias, resentimientos ni injusticia distributiva.
Como podemos observar, ninguno de los dos
sistemas funciona bien por sí solo.
Casi todos los pueblos aplican políticas con
las que se protegen a los más débiles sin molestar demasiado a los más
poderosos.
(Este es el Artículo Nº 1.753)
●●●
No hay comentarios:
Publicar un comentario