El capitalismo y el comunismo ofrecen (prometen) una mejor forma de controlar la enfermedad y la muerte.
El comunismo y el capitalismo tienen aspectos comunes y diferencias que llaman la atención pero que no son tan dramáticas.
A la postre en ambos regímenes existe un mal reparto:
— En el capitalismo pocas personas tienen mucho dinero y una mayoría tiene muy poco;
— En el comunismo pocas personas tienen mucho poder y una mayoría tiene muy poco.
Como ya habrán adivinado, si tenemos en cuenta que dinero y poder son muy similares (al punto que podemos hablar del «poder que da el dinero»), entonces esas enormes diferencias que tanto nos apasionan, son esencialmente insignificantes.
Es oportuno recordar la «envidia».
Efectivamente:
— otros tienen un mejor trabajo;
— otros viven en un país más bello, educado, seguro;
— otros viven en un tipo de economía que evita la competencia despiadada entre los ciudadanos;
— otros viven en países con mayor libertad individual.
Muchos cubanos y coreanos (actualmente, únicos dos países comunistas) desearían vivir en un sistema capitalista y muchos franceses e ingleses desearían que las diferencias económicas entre los ciudadanos fueran menos obscenas.
Es innegable que no da lo mismo vivir en un régimen capitalista que vivir en un régimen comunistas, pero tampoco da lo mismo vivir en un clima gélido que vivir en un país tropical; no es lo mismo vivir en un país poblado por muchas razas a vivir en otro más homogéneo; es diferente vivir donde escasea el agua potable a vivir en otro donde los ciudadanos la usan hasta para lavar los autos y no cierran el grifo mientras lo enjabonan.
Aunque uno y otro régimen hacen un reparto injusto del dinero o del poder, los motivos realmente profundos (inconscientes) apuntan a luchar más eficazmente contra la enfermedad y la muerte.
(Este es el Artículo Nº 71)
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