sábado, 31 de marzo de 2012

La discapacidad por omnipotencia

Los jóvenes sufren cuando no pueden sacarse de la cabeza las fantasías de omnipotencia propias de la niñez.

En las películas de Rambo, el Coronel Samuel Trautmann es el instructor del invencible guerrero y prácticamente al único que obedece.

Rambo debe su éxito a que muchos varones soñamos ser como él: fuertes, inteligentes, insensibles al dolor, afortunados, con gran fuerza y resistencia físicas.

Otra de las fortalezas envidiables del personaje es que siempre anda solo, no tiene jefes, se manda a sí mismo, algo que tanto anhelamos cuando tenemos que soportar las órdenes de nuestro padre, los interrogatorios de nuestra madre, las exigencias de los docentes, las obligaciones para con quien nos paga un sueldo.

Una escena sublime, que recuerdo bien entre otros motivos porque la vi muchas veces, es la siguiente:

En determinado momento Rambo queda acorralado en un monte de espesa vegetación. Los enemigos tienen rodeado el pequeño cerro de tal forma que los espectadores sabemos que esta vez nuestro héroe no podrá salvarse.

Cuando ya estaba todo pronto para que los enemigos de Rambo comenzaran a cerrar el círculo para apresarlo, llega el Coronel Trautmann, el instructor que lo convirtió en un guerrero invencible. El único a quien Rambo oye y casi siembre obedece.

Quien dirigía el operativo de captura se dirigió al Coronel y antes de que este hablara le dijo que no escucharía ninguna súplica para salvar a su alumno.

El coronel, con la serenidad de los grandes, le dijo:

— No vengo a pedir por él, vengo a pedirle a él que los perdone a ustedes.

Como no le creyeron, no pasó mucho tiempo y Rambo comenzó a vencerlos uno por uno, siempre con técnicas diferentes.

Tuve suerte porque imaginarme tan omnipotente («Querer es poder») como Rambo apenas me discapacitó durante menos de diez años.

Nota: El film se titula First blood y se estrenó en 1982.

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